viernes, 16 de abril de 2010

“Reino de Redonda”


Siguiendo el ejemplo de Urzay, que me parece muy sano, me voy ha salir del mundo del libro viejo y me voy a dar un garbeo por el siglo XXI. En el caso de hoy no voy ha abandonar el mundo del libro, pues esta historia esta relacionada con él, y tal vez –casi seguro- la conozcáis, ya que tiene más de una década.

A mí, que la acabo de descubrir, me ha llamado la atención porque en pleno mundo globalizado, materialista y culturalmente perdido, esta historia arroja una bocanada de aire fresco, romanticismo y cierta dosis de aventura al mundo editorial.
Ante la imperfección del gobierno de los hombres, la humanidad siempre ha soñado con países imaginarios, desde el Paraíso perdido, la feliz y bucólica Arcadia donde los pastores viven en comunión con la naturaleza. El país medieval del Preste Juan, que en algún recóndito lugar, regía un territorio lleno de riquezas y extraños tesoros. Reinos que existieron en los libros, como Utopía de Tomás Moro de perfecta organización política, económica y cultural, reflejo de la República de Platón. Y otros reinos de novela, reflejo de la misma inquietud, El País de Nunca Jamás, El País de Oz, Latveria, etc. El énfasis por la creación de estados perfectos, ha llevado a algunos locos a erigirse en príncipes y reyes de países diminutos, como Sealand, la República de la Isla de las Rosas y la República de Minerva construidas sobre plataformas marinas, que tienen su bandera, su escudo, su idioma –el esperanto en el caso de la República de las Rosas- y hasta sello de correos. Otros intentan ocupar territorios dentro de estados soberanos como Molossia, Hutt River o Seborga. Hasta pequeñas comunidades en ciudades como el caso danés de La Ciudad libre de Christiania, barrio parcialmente autogobernado de unos 850 residentes, que cubre un área de 34 hectáreas en el barrio de Christianshavn (puerto de Christian) en Copenhague.

Pero hay una pequeña república literaria, además de la de Saavedra Fajardo, en la que las letras son su razón de ser; el Reino de Redonda. Existe un pequeño islote deshabitado al oeste de Antigua en el Caribe, que Matthew Shiell, banquero que residía en Monserrat, isla vecina, compró la isla de Redonda en 1865, cuando nació su primer hijo varón tras ocho féminas. A los quince años Matthew Phipps Shiel fue nombrado por su padre Rey de Redonda en una ceremonia naval celebrada por el obispo de Antigua. Durante dos años los Shiel, padre e hijo, disputaron la isla a la Oficina Colonial Británica, la cual no se la devolvió jamás, pero no objetó a la utilización del título de Rey de Redonda por parte del segundo, siempre y cuando "careciera de contenido”. Shiell se educó en las Islas Barbados, seguidamente viajó a Inglaterra en 1885 y estudió lenguas y medicina en Londres, donde se cambió el apellido por Shiel. Después de trabajar como profesor y traductor, empezó a escribir cuentos para The Strand y otras revistas, así como novelas influenciadas por Edgar Alan Poe, Jack London y H.G.Wells. En 1947 fallece, y su amigo y discípulo John Gawsworth heredó no sólo el reinado, sino también los derechos de los libros de su maestro, y así se inauguró una peculiar "sucesión" poco monárquica, ya que no dependía de la sangre sino de la letra, no del parentesco sino de la literatura. Gawsworth acabó por crear lo que su antecesor Shiel sólo había apuntado, una "aristocracia literaria" o "nobleza intelectual". Otorgó títulos y nombró cargos entre sus contemporáneos, y algunos Duques de Redonda son aún conocidos, como los novelistas Henry Miller y Lawrence Durrell. En sus horas más bajas y con más alcohol en sangre que el permitido por la DGT, Gawsworth optó por comerciar con todo aquello, lo cual lo obligó a nombramientos interesados y del todo venales, a fin de aplacar las iras de sus muchos acreedores, llegando al final a poner en venta, y de hecho vender varias veces a distintos compradores, su título de rey. Tras muchos avatares en 1997 el único heredero literario y legítimo de Shiel y Gawsworth, John Wynne-Thyson, le propuso a nuestro escritor español Javier Marías abdicar en él tan preciado reino. Según palabras de Javier Marías “Creo que no me hubiera considerado digno de llamarme novelista si no hubiera aceptado esta invasión de mis ficciones en mi realidad”



De Manera que Javier Marías se convirtió en este pequeño reino literario en Xavier I y comenzó el 2001 decidido a recuperar la mejor herencia del Reino de Redonda, bien en la tradición de Shiell y el joven Gawsworth: la voluntad de establecer una nobleza intelectual. El nuevo monarca ha otorgado más de veinte nuevos ducados; he aquí algunos: António Lobo Antunes, Duque de Cocodrilos; Pierre Bourdieu, Duque de Desarraigo; Guillermo Cabrera Infante, Duque de Tigres; Francis Ford Coppola, Duque de Megalópolis; Arturo Pérez Reverte, Duque de Corso; Fernando Savater, Duque de Caronte; W. G. Sebald, Duque de Vértigo. Instauro un premio literario anual: la única condición es que las obras candidatas puedan leerse en los dos idiomas oficiales del reino, inglés y castellano. Cada uno de los duques del reino propone tres candidatos; los ganadores obtienen automáticamente un ducado, además de una recompensa de 6 mil euros.



Desde el año 2000, también creó un sello editorial “Reino de Redonda” de seleccionadas obras, buena y corta edición, unos cuatro mil quinientos ejemplares y dos ediciones por año. Lleva en la actualidad veintidós obras publicadas, de autores como Joseph Conrad, Isak Dinesen, Richmal Crompton, Steven Runciman o el propio Javier Marías.

La edición que según el editor le cuesta dinero, es muy asequible y bien encuadernada, con la homogénea imagen del sello editorial en la portada; una torre ha modo de flecha vertical. Aunque a mi me de un poco de repelús el papel tan sumamente blanco.

Particularmente me interesan, por mi debilidad por la historia, las obras del prestigioso medievalista ingles, Sir Runciman “La caída de Constantinopla 1453” y las “Vísperas Sicilianas”.






Más información en:

http://www.javiermarias.es/REDONDIANA/reinoderedonda.html

8 comentarios:

Galderich dijo...

Desconocía totalmente este reino. Me proclamaré súbdito ya que no puedo ser Duque!

lamberto palmart dijo...

Totalmente de acuerdo, seamos literariamente redondianos.

Gracias por tu comentario.

Urzay dijo...

Estas ediciones son la prueba de que los libros de bibliófilo no son necesariamente viejos. Yo ya he caído media docena de veces, o así. Es difícil resistirse a las novelas "serias" de la autora de Guillermo, a la tremenda vida del capitán Contreras, o a esa recreación fascinante del fin de una época que hace Runciman. No he leído las vísperas sicilianas. Todavía. Gracias por la sugerencia.

lamberto palmart dijo...

El libro es continente y contenido, ambas cosas nos seducen y aunque los libros modernos no tienen el aderezo del tiempo y todo lo que conlleva, su contenido nos cautiva. Al fin y al cabo ese es el destino de los libros. Gracias por tu comentario.

Marco Fabrizio Ramírez Padilla dijo...

Lamberto.
Maravillosa noticia,la existencia de una monarquía literaria.
No conocía la historia del reino de la Redonda, tampoco del sello editorial.
Muy pragmática la decisión de los idiomas oficiales.
Saludos.

lamberto palmart dijo...

Marco Fabrizio, me alegro que te halla gustado tanto la noticia como a mí cuando la descubrí. Me pareció sorprendente, de ahí este artículo.

Saludos.

Diego Mallén dijo...

Amigo lamberto: gracias por informarnos sobre una historia tan bella y romántica como la de Shiel. Es fascinante.

No concocía la editoríal de Marías. Buscaré los títulos publicados pues aparte de su interés están muy bien editados.

Saludos bibliíofilos.

lamberto palmart dijo...

Gracias por tu comentario, ante una historia así, no he podido evitar escribir a cerca de ella.

Saludos bibliófilos.