domingo, 21 de noviembre de 2010

Homenaje bibliófilo al Tirant lo Blanch


Después de leer el comentario de Diego Mallén en el blog de Apolonio de Rodas “¡Hay que leer más! Que a continuación transcribo:

Diego Mallén dijo...

Me ha llamado esta mañana nuestro amigo y cofrade Lamberto Palmart desde la exposición absolutamente conmovido y lleno de estremecimiento. La visión de los tres únicos ejemplares del Tirant es algo soberbio, sublime, irrepetible.

Propongo que los bibliófilos valencianos, y todos los que quieran unirse, concertar cita común y tomar fotografía para la historia (o la microhistoria, que igual da) de la bibliofilia e inmortalizarnos en San Miguel de los Reyes frente a la excelsa obra de las prensas valencianas y en homenaje al más grande y singular de los genios de la literatura valenciana.

¡¡Fijemos fecha!!
noviembre 21, 2010


Realmente, así fue. Llegué a San Miguel de los Reyes la mañana del sábado, bien entrado el mediodía. El imponente edificio de la Biblioteca Valenciana parecía haber sido construido, en ese instante, solo para albergar los tres ejemplares "vivos" de la excelsa obra literaria valenciana.

Al fondo de la sala donde se alberga la exposición dedicada a Joanot Martorell, descansan en tres vitrinas, majestuosamente, las tres copias del Tirant lo Blanch.

En ese momento necesitaba compartir todas las emociones que generaban la contemplación de las obras y no dude en ponerme en contacto con Diego Mallén y trasmitirle los detalles de los ejemplares y adelantarle el contenido de la exposición.

Hice un ejercicio de imaginación, y pensé en el triste final de los otros 712 ejemplares que salieron de las prensas de Nicolás Spindeler. ¡Como es posible que uno a uno se fueran perdiendo! ¡Cuantos avatares han pasado sobre las bibliotecas de sus poseedores! Quiero creer que todo fue fruto de la exhaustiva lectura de sus volúmenes y que cada uno de estos libros murió cumpliendo su misión en el campo de batalla de las letras. Solo estos tres supervivientes dan merecida crónica de su historia.

Por ello me uno a la gran idea de nuestro amigo y cofrade Diego Mallén para rendir homenaje bibliófilo a este feliz encuentro de los inmortales ejemplares del Tirant lo Blanch.

Busquemos fecha y contad conmigo.

Saludos bibliófilos.

lunes, 31 de mayo de 2010

Ángeles y Demonios


Dicho así nos recuerda a la segunda novela de Dan Brown, pero nada más lejos de mi intención disertar en este blog a cerca de un “best seller”. Sin embargo si me gustaría hablar sobre un gran libro, poco conocido, que reúne en él varias singularidades e historias que lo hacen único.


El libro en cuestión se titula “Patrocinio de Ángeles y combate de Demonios”, y para conocer un poco las vicisitudes de este libro es necesario en primer lugar hablar del autor; Francisco Blasco de Lanuza. Este oscense nació en Sallent en 1595, Estudió y se doctoró en Teología, ordenándose luego como sacerdote. En 1638 fue nombrado párroco de Sandiniés.


Aquí es importante hacer una pequeña parada para entender las circunstancias geográficas e históricas que rodeaban a Blasco de Lanuza en este momento. Sandiniés se halla en el enclave del valle del Tena una región pirenaica de la provincia de Huesca que en esa época en la que es nombrado párroco se dividía geográficamente en tres “Quiñones”: el de Sallent, el de Panticosa y el de La Partacua. Este último estaba compuesto por las poblaciones de Tramacastilla, Sandiniés, Escarrilla, Piedrafita, Búbal y Saqués. Una zona en la cual sus poblaciones están a una altura entre los mil y mil trescientos metros, montañosa fría y humeda, que en siglo XVII era zona ganadera y de pastos. Una época en la que, religiosamente, se resalta la dicotomía entre el bien y el mal, entre los que están al lado de Dios, cristianos que cultivan las virtudes y los mandatos de la iglesia, y los que se hunden en la oscuridad del mal y los demonios. Estas zonas altas, ricas en hierbas silvestres, usadas por los lugareños durante siglos y que por el transcurso de los años se convierten en fiables remedios contra los males corrientes que aquejaban a la población, se convertirán en patria de sanadores y brujas. Estos prescriptores de hierbas que sanaban sin saber muy bien como, y que se rodeaban de cierto secretismo, se crecían en su éxito. Y si eran capaces de curar por medio de sus “artes”, que se mostraban infinitamente más eficaces que la fe y la oración, sería debido a que la parte contraria, el poder maligno, ostentaba su poder y curaba con facilidad. Los aquelarres y conjuros acompañaban a las pócimas, que con mezclas alucinógenas de hierbas y hongos lograban ver al mismo Satán. Estos hechos serían el caldo de cultivo de los casos de brujería y posesiones que azotaron Huesca, Navarra y País Vasco durante el XVII y objetivo principal de la Santa Inquisición española en esa época.



Aparece en este marco uno de los episodios más importantes de la brujería y la posesión demoníaca en España, las posesiones de Tramacastilla o valle del Tena. Entre 1637 y 1643 se desata un vendaval diabólico. Detrás de él un protagonista y dos colaboradores, Pedro de Arruebo, Miguel Guillén y Juan de Larrat, brujos y ganaderos, rufianes, bebedores y mujeriegos. Pedro de Arruebo era el dueño de la finca La Artosa, en Siqués. Era inteligente, astuto, audaz, caprichoso y atractivo, es de pensar que tanto él como sus compinches, sacarían buenos beneficios de todo tipo con sus actos, y sabiendo que sus víctimas eran mujeres entre once y treinta años es fácil imaginar cuales serían los favores demandados.

La Inquisición fue tras él y fue condenado a recibir doscientos latigazos y a pasar unos años en galeras, lo que implicaba prácticamente la muerte por la imposibilidad de soportar esas condiciones. Pero hay un documento que dice que Arruebo había sido visto por Madrid. Ángel Gari, antropólogo que ha estudiado en profundidad la brujería en el Alto Aragón, interpreta que, o bien se escapó, o bien en un viaje a Roma le fue perdonada la condena.



Volviendo a Blasco de Lanuza tuvo una intervención importante en el desarrollo en estos casos de posesión, hecho que le marcó posteriormente en su vida e que influenció de manera importante en el contenido de las obras que escribió. Dejó la parroquia e ingresó en la orden benedictina, fue presidente de su congregación en la provincia y abad del monasterio de San Juan de la Peña. Su influencia y popularidad fue tal, que por dos veces fue diputado del reino en Aragón.



Y retomando el hilo inicial de este artículo volvamos al libro “Patrocinio de Ángeles y combate de Demonios”. Según el autor este libro es “una ilustración de los beneficios que hacen los ángeles de la guarda a los hombres [….], y también de las astucias e impugnaciones de los demonios. “ No obstante el protagonismo de los demonios es mucho mayor, ya que en este libro se explica la experiencia del autor, durante su tiempo de párroco, en la epidemia demoníaca.

La mítica batalla celestial entre ángeles rebeldes y leales que habría tenido lugar antes de la creación del mundo, y que terminó con la derrota de los primeros y su consiguiente descenso al abismo, encontró un eco extraordinario en la Europa del siglo XVII. Según numerosos testimonios de la época, las fuerzas del bien y el mal, cuyos enfrentamientos continuaron a partir de la caída, renovaron entonces sus denodados combates con fuerza inusitada en los rincones más remotos de la Cristiandad. Para los teólogos, dicho estado de cosas constituía una prueba irrefutable de la obligación por parte de los fieles de apoyar al bando de los justos frente a los continuos e inesperados ataques de los espíritus infernales.

Estos ideas sirvieron de inspiración a Blasco de la Lanuza para la ejecución de su libro que salió a la luz en 1652 que en realidad era la continuación de otro libro anterior titulado: “Beneficios del Ángel de nuestra guardia y efectos del Gobierno de Dios invisible” 1637.



Una de las rarezas de carácter bibliográfico de este libro es que fue el único libro impreso en el monasterio de San Juán de la Peña y dicha empresa se llevó a cabo por el impresor oscense Juan Nogués (ignoro si sería pariente de Bernardo Nogués, impresor valenciano, Serrano Morales no aclara gran cosa) No sé qué razón le llevó a imprimir dicho libro en tan apartado lugar, teniendo su oficina en Huesca. Se me ocurren varias circunstancias. Tal vez por lo dilatado de la obra y para evitar dilaciones se imprimía según se escribía, o bien pudo ser debido a que el autor era el abad del monasterio, y para corregir las pruebas tipográficas necesitaba que el impresor estuviera siempre presente, o bien por tratarse en su mayor parte una obra sobre demonios, y dados los sucesos acontecidos en la zona era mejor realizar la impresión en suelo sagrado; bueno, no dejan de ser conjeturas.





Físicamente el libro es hermoso, un in-folio de 18 h + 1186 p + 42 p con el texto a doble columna encuadrado en doble cajetín, con un hermoso frontis, grabado por Orozco, donde se escenifica la victoria de los ángeles sobre los demonios. Le sigue, portada orlada, donde se lee que consagra el libro a San Miguel.



El libro está dividido en dos partes.



1ª -Libro primero: Del patrocinio de los ángeles y de los favores qve hazen a los hombres desde sv principio, hasta la mverte”



Parte primera: “Prvevase qve Dios envía a ángeles santos, para qve gvarden a los hombres.

Parte segunda: tratase del modo, qve esta distribvyda la cvstodia de ángeles, por hombres, y por otras criatvras.

Parte tercera: Tratase, de los beneficios, devociones, virtvdes, y otros efectos, que obran la asistencia del Ángel Cvstodio en el hombre.



2ª- Libro segundo: Del combate de demonios; insinvanse la contra cvstodia, qve pone Lucifer, y la persecvcion de sus ministros. Es una ilvstracion de la competencia altiva de Luzifer con Dios; de las astvcias; con que se persigve al hombre.

Parte primera: Trata de la contra cvstodia, que pone el principe de los demonios.

Parte segunda: Trata de las Transfigvraciones , revelaciones, y tentaciones de los demonios.

Parte tercera: Trata de los maleficios de los demonios, y de los efectos, qve obran sus ministros.


En esta última parte Francisco Blasco de Lanuza da una explicación detallada de los sucesos de Tramacastilla a partir del capítulo diecinueve.


Es un libro fácil de encontrar en Bibliotecas públicas el CCPBE da más de cuarenta ejemplares entre completos, incompletos y partidos en sus dos partes. Pero en cambio yo no recuerdo en mi vida de bibliófilo haber conocido venta alguna de algún ejemplar. Palau que cita el libro, con el número de orden, 30768, si que indica dos ventas. Una en la librería Layetana, en 1931 por 75 ptas. y otra en la librería Bardón en 1948 por 300 ptas.


No he visto más referencias de venta del libro titulado, Patrocinio de Ángeles y Combates de Demonios, pero haberlos haylos.

domingo, 9 de mayo de 2010

Lidamor de Escocia y Philesbián de Candaria

Dentro de las familias de rarezas bibliográficas con las cuenta el libro español antiguo, posiblemente la más significativa de todas, por ser la que agrupa a aquellos libros que sirvieron de inspiración a nuestra obra cumbre de la historia de la literatura española, “El Ingenioso don Quijote de la Mancha”, sean los libros de caballerías. Cervantes nos recuerda en su capítulo primero como hicieron a Don Quijote presa de su contenido, convirtiéndolo, sin querer, en un desdichado bibliómano: “Es, pues, de saber que este sobredicho hidalgo, los ratos que estaba ocioso –que eran los más del año-, se daba a leer libros de caballerías, con tanta afición y gusto, que olvidó casi de todo punto el ejercicio de la caza y aun la administración de su hacienda; y llegó a tanto su curiosidad y desatino en esto que vendió muchas fanegas de tierra de sembradura para comprar libros de caballerías en que leer, y, así, llevó a su casa todos cuantos pudo haber de ellos;…”



Los libros de caballerías son obras marcadas por las aventuras, crónicas y grandes proezas, de los esforzados, famosos y valientes, ínclitos, fuertes y excelentes caballeros o príncipes. Hijos de reyes enamorados de su bellas y encumbradas doncellas, envueltas en amores furtivos, encantamientos y mil aventuras, situación que obliga al caballero protagonista a luchar contra todo tipo de enemigos para alcanzar la dicha junto a su amada. Los nombres de estos héroes fascinan, Palmerines, Lisuartes,, Floriseos y Lepolemos,. Al igual que el de sus anheladas doncellas Elisena, Leoronina, Galesinda, Alastraxerea, Helena o la hija del Rey Brimartes de Apolonia.



El origen de estas obras hunde sus raíces en la Edad Media y podemos encontrar un inicial apuntamiento en el libro del caballero Zifar, primer relato de ficción extenso que encontramos en la prosa española, escrito a principios del siglo XIV. Posteriormente e iniciando una larga secuencia de obras caballerescas aparece el Amadís de Gaula, primera edición en Zaragoza en 1508 y cuyo único ejemplar se conserva en Londres. Esta obra será la primera de una larga serie de ciclos o series de libros de caballerías como el ciclo de Belianís de Grecia, el de Clarián de Landanís, la Demanda del Santo Grial, el Espejo de caballerías, el caballero del Febo, el ciclo de Felixmagno, Florambel de Lucea , Florando de Inglaterra y Floriseo, Lepolemo, Morgante, Palmerines, Renaldos y Tristanes. Aunque no solamente se agruparon en ciclos, sino que hubieron obras de carácter individual, como Félix Magno, publicado por primera vez en Barcelona en 1531, en la imprenta de Carlos Amorós o la Historia del invencible caballero Don Olivante de Laura, Príncipe de Macedonia, que por sus admirables hazañas vino a ser Emperador de Constantinopla, impreso en Barcelona en 1564 por Claudi Bornat.

El último ejemplo lo encontramos en 1602, fecha en la cual con la publicación de “Historia famosa del Príncipe Don Policisne de Boecia, hijo y único heredero de los Reyes de Beocia Minandro y Grumedela, y de sus ilustres hechos y memorables hazañas y altas caballerías.” De Don Juan de Silva y Toledo, señor de Cañadahermosa, impreso en Valladolid por Juan Iñiguez de Lequerica 1602, se da fin a este género de la literatura, aunque no a las posteriores reediciones, pues aun se darían a la imprenta bien entrado el XVIII, como por ejemplo “La Cryselia de Lidaceli” Madrid, 1720.

Son libros hermosos, raros, la época en la que fueron impresos añade un valor añadido a su singularidad. La mayoría de las ediciones conservan sólo escasísimos ejemplares, y en condición original aun más raros, pues muchos de ellos se reencuadernaron en el XIX y se lavaron y recortaron, dejándolos cual niño de comunión, almidonado y engominado. Es decir perfectos pero con su esencia perdida, la esencia del libro original.

A mi personalmente me apasionan sus portadas, con xilografías que en la mayoría de las ocasiones casi abarcan la totalidad del folio. Acompañadas de hermosas capitulares y enormes tipos como el “Floriseo” de Impreso por Gumiel en Valencia, 1516, cuyo único ejemplar custodia la Biblioteca Nacional. Igualmente son ejemplo de señalados impresores del XVI, Gumiel, Cromberger, Portonaris, Juan de Junta, Juan Varela, Francisco del Canto, etc.



Nuestra literatura cuenta con más de sesenta títulos escritos, y no es el momento de hacer una relación de cada uno de ellos, así como de las diferentes ediciones con las que cuentan. Hacer una selección de alguna obra que sobresalga sobre las demás resulta complicado, pues depende del criterio de selección que utilicemos para ello. Tal vez Amadís de Gaula o el Tirant lo Blanch serían los más representativos por multitud de razones. Pero quiero reseñar dos por su rareza y circunstancias. Los dos son ejemplares muy raros y comparten portada con pequeñas variantes.

El Lidamor de Escocia, cuyo título completo es “Libro Primero del valiente e invencible caballero Lidamor, hijo del esforzado Rey Licimán de Escocia”.Su autor fue el maestre Juan de Córdoba, vecino de Salamanca, quien costeó la edición y, según dice la portada, lo dedicó al joven Duque de Alba Fernando Álvarez de Toledo. El libro no incluye prólogo, ni el texto de la dedicatoria. La calidad de la impresión es buena, aunque no está exenta de errores. Se divide en 68 capítulos. La obra se presenta como un extracto de una supuesta crónica caballeresca llamada Flor de aventuras, escrita originalmente en toscano por el maestro Nicomedes, médico y contemporáneo del protagonista. Fue impreso en Salamanca en 1534 y aunque en determinados repertorios –Gayangos, por ejemplo- dan noticia de una edición en 1539, da la impresión de que dicho apunte fue debido a un error y que tal edición no exista. Curiosamente, el único ejemplar conocido se halla en la Biblioteca Imperial de San Petersburgo (daría mil maravedíes por conocer las circunstancias que lo llevaron allí) lo que dificulta un poco su consulta. Aquí os dejo la ficha de la biblioteca:



RU\NLR\A2V16\11158

Córdoba, Juan de (16в.).

Libro primero del valeroso e invesible Cavallero Lidamor hijo del esforgado rey Liciman Deacocia, en el qual se tratã sus veturosas hasañas... / Nuevamete compuesto por maestre Joan de Cordova vesino de Salamanca. - [En Salamanca: Impressa a costa del Juan de Cordova, 1539]. - [1],CXII л.; 2°(29см).

Читат.пометы.

Владельч. запись: Sobolewskij.

В колофоне: Aqui se acabe la psente obra del muy valiente y esforgado Cavallero Lydamor de Escocia la qual fue cõpuesta por maestre Juan de Cordova, y fue impressa a su costa en la ... ciudad de Salmãca, y acabose la visperi de san Pedro de Janio, año de mil y quinientos V.XXXVIIII. ...

Л.II помеч. ошибочно: IIII. Тит.л. в грав. рамке, напеч. чер. и крас. краской. Текст напеч. в 2 стб. на обеих сторонах листа. Экз. с ил. на тит.л., раскраш. от руки, в пергам. пер. с завязками; деф.: поврежд. тит.л.


 


El ejemplar está falto y se ha perdido un interesante capítulo en el cual se describía como Lidamor fue ordenado caballero por su primo Animor el Hermoso. El libro tienes numerosos errores y la numeración de los capítulos está muy alterada. Existe un trabajo muy interesante sobre esta obra escrito por Jorge Francisco Saénz Carbonell, que es una guía de lectura de Lindamor de Escocia, editada por el Centro de Estudios Cervantinos en 1999.



El segundo libro al que quiero hacer referencia es el Philesbián de Candaria. Libro citado en el Quijote de Avellaneda, en el primer capítulo, donde se le elogia por la calidad de sus combates. Al igual que el Belianís de Grecia pertenece al grupo más tradicional de los libros de caballerías, donde el autor centra su atención en la descripción de los combates.

Pascual de Gayangos da la noticia de él y nos dice que el único ejemplar conocido se halla en la biblioteca del bibliófilo ingles Sir Thomas Phillipps y que, -al igual que el Lidamor- está falto de varias hojas y de el colofón.

El conocimiento y estudio de este libro se llevó a cabo gracias al hispanista y cervantista estadounidense Daniel Eisenberg, que a través de una rocambolesca historia siguió las vicisitudes del ejemplar descrito por Gayangos. Desde su ubicación en la biblioteca Phillipps, siguió sus ventas hasta dar con él en la biblioteca del bibliófilo bonaerense Oliverio Girando. Se intento fotografiar el ejemplar pero la cita con la viuda del bibliófilo se demoraba eternamente. Mientras tanto le llego la noticia de un segundo ejemplar que ofrecía la librería H.P.Kraus. No pudiendo pagar los 4.500 $ que pedía el librero, pudo sin embargo gracias a la amabilidad de este, hojear el ejemplar y tomar las notas necesarias para realizar su artículo “Búsqueda y hallazgo de Philesbián de Candaria”


 


El libro, impreso en Medina del Campo por Pedro de Castro en 1542 es un in-folio gótico a dos columnas de 46 líneas que consta de 119 + 3 fols. Encuadernado en pergamino de época.

Esta es la descripción que hace Gallardo en su obra “Ensayo de una biblioteca española de libros raros y curiosos”:


“Libro primero del muy noble y esforzado cauallero don Philesbian de Candaría : hijo del noble rey Don Felinis de Ungria e de la reyna Florisena, el qual libro cuenta todas las bacanas y aventuras que acabo el rey Felinis, su padre. MDXLII.

En el frontis dos caballeros rompiendo lanzas.

El único ejemplar conocido de este precioso libro se conserva en la biblioteca de Sir Tilomas Phillips en Middle-Hel, condado de Esscx, Inglaterra. Faltándole el colofón, y por consiguiente el pié de imprenta y nombre de impresor, no puede determinarse donde se imprimió, pero por la clase dé letra parece edición sevillana. Tampoco puedo decir, por no haberle visto ni Icido, si don Philesbian era descendiente de don Florisando de Candarla , pues á serlo es una rama más de los Amadises.”

viernes, 16 de abril de 2010

“Reino de Redonda”


Siguiendo el ejemplo de Urzay, que me parece muy sano, me voy ha salir del mundo del libro viejo y me voy a dar un garbeo por el siglo XXI. En el caso de hoy no voy ha abandonar el mundo del libro, pues esta historia esta relacionada con él, y tal vez –casi seguro- la conozcáis, ya que tiene más de una década.

A mí, que la acabo de descubrir, me ha llamado la atención porque en pleno mundo globalizado, materialista y culturalmente perdido, esta historia arroja una bocanada de aire fresco, romanticismo y cierta dosis de aventura al mundo editorial.
Ante la imperfección del gobierno de los hombres, la humanidad siempre ha soñado con países imaginarios, desde el Paraíso perdido, la feliz y bucólica Arcadia donde los pastores viven en comunión con la naturaleza. El país medieval del Preste Juan, que en algún recóndito lugar, regía un territorio lleno de riquezas y extraños tesoros. Reinos que existieron en los libros, como Utopía de Tomás Moro de perfecta organización política, económica y cultural, reflejo de la República de Platón. Y otros reinos de novela, reflejo de la misma inquietud, El País de Nunca Jamás, El País de Oz, Latveria, etc. El énfasis por la creación de estados perfectos, ha llevado a algunos locos a erigirse en príncipes y reyes de países diminutos, como Sealand, la República de la Isla de las Rosas y la República de Minerva construidas sobre plataformas marinas, que tienen su bandera, su escudo, su idioma –el esperanto en el caso de la República de las Rosas- y hasta sello de correos. Otros intentan ocupar territorios dentro de estados soberanos como Molossia, Hutt River o Seborga. Hasta pequeñas comunidades en ciudades como el caso danés de La Ciudad libre de Christiania, barrio parcialmente autogobernado de unos 850 residentes, que cubre un área de 34 hectáreas en el barrio de Christianshavn (puerto de Christian) en Copenhague.

Pero hay una pequeña república literaria, además de la de Saavedra Fajardo, en la que las letras son su razón de ser; el Reino de Redonda. Existe un pequeño islote deshabitado al oeste de Antigua en el Caribe, que Matthew Shiell, banquero que residía en Monserrat, isla vecina, compró la isla de Redonda en 1865, cuando nació su primer hijo varón tras ocho féminas. A los quince años Matthew Phipps Shiel fue nombrado por su padre Rey de Redonda en una ceremonia naval celebrada por el obispo de Antigua. Durante dos años los Shiel, padre e hijo, disputaron la isla a la Oficina Colonial Británica, la cual no se la devolvió jamás, pero no objetó a la utilización del título de Rey de Redonda por parte del segundo, siempre y cuando "careciera de contenido”. Shiell se educó en las Islas Barbados, seguidamente viajó a Inglaterra en 1885 y estudió lenguas y medicina en Londres, donde se cambió el apellido por Shiel. Después de trabajar como profesor y traductor, empezó a escribir cuentos para The Strand y otras revistas, así como novelas influenciadas por Edgar Alan Poe, Jack London y H.G.Wells. En 1947 fallece, y su amigo y discípulo John Gawsworth heredó no sólo el reinado, sino también los derechos de los libros de su maestro, y así se inauguró una peculiar "sucesión" poco monárquica, ya que no dependía de la sangre sino de la letra, no del parentesco sino de la literatura. Gawsworth acabó por crear lo que su antecesor Shiel sólo había apuntado, una "aristocracia literaria" o "nobleza intelectual". Otorgó títulos y nombró cargos entre sus contemporáneos, y algunos Duques de Redonda son aún conocidos, como los novelistas Henry Miller y Lawrence Durrell. En sus horas más bajas y con más alcohol en sangre que el permitido por la DGT, Gawsworth optó por comerciar con todo aquello, lo cual lo obligó a nombramientos interesados y del todo venales, a fin de aplacar las iras de sus muchos acreedores, llegando al final a poner en venta, y de hecho vender varias veces a distintos compradores, su título de rey. Tras muchos avatares en 1997 el único heredero literario y legítimo de Shiel y Gawsworth, John Wynne-Thyson, le propuso a nuestro escritor español Javier Marías abdicar en él tan preciado reino. Según palabras de Javier Marías “Creo que no me hubiera considerado digno de llamarme novelista si no hubiera aceptado esta invasión de mis ficciones en mi realidad”



De Manera que Javier Marías se convirtió en este pequeño reino literario en Xavier I y comenzó el 2001 decidido a recuperar la mejor herencia del Reino de Redonda, bien en la tradición de Shiell y el joven Gawsworth: la voluntad de establecer una nobleza intelectual. El nuevo monarca ha otorgado más de veinte nuevos ducados; he aquí algunos: António Lobo Antunes, Duque de Cocodrilos; Pierre Bourdieu, Duque de Desarraigo; Guillermo Cabrera Infante, Duque de Tigres; Francis Ford Coppola, Duque de Megalópolis; Arturo Pérez Reverte, Duque de Corso; Fernando Savater, Duque de Caronte; W. G. Sebald, Duque de Vértigo. Instauro un premio literario anual: la única condición es que las obras candidatas puedan leerse en los dos idiomas oficiales del reino, inglés y castellano. Cada uno de los duques del reino propone tres candidatos; los ganadores obtienen automáticamente un ducado, además de una recompensa de 6 mil euros.



Desde el año 2000, también creó un sello editorial “Reino de Redonda” de seleccionadas obras, buena y corta edición, unos cuatro mil quinientos ejemplares y dos ediciones por año. Lleva en la actualidad veintidós obras publicadas, de autores como Joseph Conrad, Isak Dinesen, Richmal Crompton, Steven Runciman o el propio Javier Marías.

La edición que según el editor le cuesta dinero, es muy asequible y bien encuadernada, con la homogénea imagen del sello editorial en la portada; una torre ha modo de flecha vertical. Aunque a mi me de un poco de repelús el papel tan sumamente blanco.

Particularmente me interesan, por mi debilidad por la historia, las obras del prestigioso medievalista ingles, Sir Runciman “La caída de Constantinopla 1453” y las “Vísperas Sicilianas”.






Más información en:

http://www.javiermarias.es/REDONDIANA/reinoderedonda.html

domingo, 21 de marzo de 2010

“Las Artes Oscuras” en los libros antiguos españoles (y II)


Siguiendo la exposición de los títulos extraños que la bibliografía española nos ha regalado, hay ciertas obras que engloban aquella parte de la historia natural, que hoy en día los denominaríamos fallos genéticos, pero que en estos siglos quedaba englobada, según ya señalaba Cicerón en su obra “De divinatione”, dentro de los sucesos contra natura, y que formaban parte de “monstra, prodigio, ostenta o portenta”, sucesos que en definitiva ponían de manifiesto el poder divino.


Libros de prodigios, catálogos de portentos, historias de la monstruosidad, cronologías de hechos extraordinarios. Toda esta considerable labor editorial de textos publicados, sobre todo en Europa, a lo largo de los siglos XVI y XVII dedicados al estudio del monstruo desde la perspectiva de la adivinación, nos ofrecían auténticos catálogos de hechos portentosos de la naturaleza que igualmente formaban taumatografías que describían lo maravilloso y lo insólito.

La más grande recopilación europea de estos hechos, con una cuidada edición la encontramos en la obra de Ulisse Aldrovandi (1522 – 1602) Monstruorum historia: “Ulyssis Aldrovandi ... Monstrorum historia, cum paralipomenis historiae omnium animalium [Texto impreso] / Bartholomaeus Ambrosinus, ... volumen composuit Marcus Antonius Beruia in lucem edidit ... ; cum indice copiosissimo “ Bononiae : typis Nicolai Tebaldini, 1642 [8], 748, [28]; 160 [6] p. : il.; Fol. Igualmente son dignas de mención en este terreno las obras del jesuita alemán Gaspar Schott “Physica Curiosa”, el cirujano francés Ambroise Paré “Opera Ambrosii Paraei” entre otras.


Pero en el ambito español también encontramos ejemplos de obras centradas en esta temática.

“Curiosa, y oculta filosofía: Primera, y segunda parte de las maravillas de la naturaleza, examinadas en varias cuestiones naturales…” Alcalá : en la Imprenta de María Fernandez: acosta de Juan Antonio Bonet…, 1649. Obra del jesuita español Juan Eusebio de Nieremberg (1595-1658) que junto a Hernando Castrillo y los europeos Kircher y Schott forma parte del grupo de jesuitas interesados en descubrir cual era el funcionamiento de la naturaleza, eso sí, siempre desde presupuestos cristianos.


Un ejemplo americano lo encontramos en Perú, en la obra del médico de origen aragonés establecido en Lima desde niño José Rivilla Bonet y Puedo, que llegó a ser cirujano personal del virrey conde de la Monclava. “Desvios de la naturaleza o Tratado de el origen de los monstros: a que va añadido un compendio de curaciones chyrurgicas en monstruosos accidentes…” En Lima : en la Imprenta Real por Joseph de Contreras y Alvarado …., 1695

Y posiblemente el libro más disparatado que han visto las imprentas españolas “El Ente dilucidado. Discurso único novísimo que muestra ay en naturaleza Animales irracionales invisibles y quales sean.” Madrid Emprenta Real 1676. 4º 8h + 486 págs. + 10 h. Escrito por Antonio Fuentelapeña. La rareza de esta la reflejo Salvá en su catálogo y el mismo Palau hace referencia ha este comentario. En Palau 95362, dice lo siguiente: “Libro extravagante que hace exclamar a Salvá: -Parece imposible el que un padre capuchino sea el autor de esta obra llena de los absurdos más monstruosos, de las vulgaridades más necias, y hasta de las indecencias más soeces; y lo que causa mayor sorpresa es que el volumen vaya encabezado con las aprobaciones de dos o tres reverendísimos, y con la licencia del ordinario.- Al darse cuenta los padres de la orden del autor, de los enormes disparates que contenía el libro en cuestión, inutilizaron los ejemplares que caían en sus manos, o arrancaban los frontispicios grabados, en donde consta el nombre del autor. Por lo demás, tiene valor comercial por tratarse del primer libro español que trata de la Aviación o arte de volar.”


Encontramos otros repertorios de historia natural que hacen eco de las maravillosas propiedades de hierbas, piedras y animales. Ya hice referencia en “Mis Libros Antiguos” a la “Theurgia general y específica” de Bernardino Roxo que es un autentico lapidario que se hace eco de las fabulosas propiedades de las gemas.

En relación con el Nuevo Mundo, que es fuente casi inagotable de descubrimientos biológicos y geológicos, hay que hacer referncia a la obra de Nicolás Monardes, “Primera y segunda y tercera partes de la Historia medicinal, de las cosa que se traen de nuestras IndiasOccidentales, que sirven en medicina;L Tratado de la piedra Bezaar y de la hierba escuerçonera ; Diálogo de las grandezas del hierro y de sus virtudes medicinales ;Tratado de la nieve y del beuer frío” Sevilla : en casa de Alonso Escriuano, 1575. En esta obra encontramos la primera referencia a la bella flor traida del virreinato del Perú, la passiflora caerulea, conocida como pasionaria. Sonoro nombre otorgado por sus descubridores que creyeron ver en ella recogidos los símbolos de Cristo.


Quiero hacer referencia a una obra de nuestros vecinos lusos, que de la misma manera, no estuvieron al margen de esta corriente editorial. Isidoro de Barreira, religioso de la Sagrada Orden de Cristo, dedicó un voluminoso tratado a establecer una correlación entre significación religiosa y estructura vegetal. Así consideraba al árbol como símbolo de la vida humana; la flor como esperanza; los frutos, obras; las ramas, deseos; las hojas, palabras y las raíces secretos.

La obra es “Tractado das significaçoens das plantas, flores e fructos que se referee na Sagrada Escriptura : tiradas de diuinas, et humanas letras, con suas breues consideraçoens” Em Lisboa : por Pedro Craesbeeck, 1622.


Por último, están aquellos libros que pretenden luchar directamente contra el mal. La sociedad de la Edad Moderna creía firmemente en la capacidad del diablo para tener conocimiento de todas las cosas corporales y sus propiedades, así como su uso y capacidad de sometimiento. Su comprensión de los saberes de la época era superior a la de todos los sabios del mundo. Por lo cual esa inteligencia superior, esa fuerza diabólica, era utilizada por él y sus secuaces para dominar y atraer al ser humano bajo su manto maléfico. De ahí la importancia de saber reconocer al demonio y sus manifestaciones, saber diferenciar las cualidades benéficas o maléficas de las tormentas, tempestades, enfermedades, plagas o inundaciones. Por ende la importancia primordial del peor de los ataques demoníacos, la anulación de la voluntad humana; la posesión. Los sacerdotes tenían las armas necesarias para luchar contra el diablo. Entre los siglos XIV y XVII se abrió la veda, y se dio lugar a la gran caza de Satanás. Todo esto tuvo su reflejo en los libros y sirvan estos títulos como pequeño ejemplo de ello.

La obra del canónigo de la iglesia de Jesús Nazareno de Montearagón, en Aranda de Moncayo, Gaspar Navarro, “Tribunal de superstición ladina, explorador del saber, astucia y poder del demonio : en que se condena lo que puede correr por bueno en Hechizos, Agüeros, Ensalmos, Vanos saludadores, Maleficios, Conjuros, Arte notoria, Caualista, y Paulina, y semejantes acciones vulgares.” En Huesca, por Pedro Blusón…1631”


“Practica de conjurar : en que se contienen exorcismos y conjuros contra los malos espíritus…”Madrid, 1721. Obra del trinitario Luis de la Concepción. Vio la primera edición en 1682 en Alcalá donde enseñaba Teología. Fue testigo de primera mano de la epidemia de endemoniados habida en el Pirineo aragonés en la década de 1630.


Pedro Ciruelo, licenciado de Salamanca, profesor de matemáticas en París, catedrático de Tomismo en Alcalá de henares y canónigo magistral de Salamanca, escribió la “Reprobación de las supercherías y hechicerías” que tuvo infinidad de ediciones, la primera en Salamanca por Pedro de Castro en 1538..


El autor del manual de exorcismos más difundido en castellano fue Benito Remigio Noydens perteneciente a la orden de clérigos regulares menores, procedente de Amberes. Publicó la “Práctica de exorcistas y ministros de la Iglesia : en que con mucha erudición y singular claridad, se trata de la instrucción de los exorcismos….” Que vio la primera edición en 1660.


Termino haciendo mención de la obra “Disquisitionum magicarum libri sex” que aunque no conoció ninguna edición española fue obra del jesuita de origen español Martín del Río (1551-1608) nacido en Amberes, y estudió en numerosas instituciones, recibiendo el grado de Doctor en Derecho de Salamanca en 1574.. Después de un período de servicio político, se convirtió en un jesuita en 1580.. Enseñó teología durante varios años en Lovaina, Maguncia, y Douai, todos los centros intelectuales de la Reforma católica.. Murió en Lovaina. La primera edición de las disquisiciones mágicas apareció en 1599 y conoció más de veinte ediciones. Fue el tratado de demonología más popular y de mayor autoridad de todo el siglo XVII, la más completa enciclopedia de magia de cuantas se publicaron en la Edad Moderna.