domingo, 9 de mayo de 2010

Lidamor de Escocia y Philesbián de Candaria

Dentro de las familias de rarezas bibliográficas con las cuenta el libro español antiguo, posiblemente la más significativa de todas, por ser la que agrupa a aquellos libros que sirvieron de inspiración a nuestra obra cumbre de la historia de la literatura española, “El Ingenioso don Quijote de la Mancha”, sean los libros de caballerías. Cervantes nos recuerda en su capítulo primero como hicieron a Don Quijote presa de su contenido, convirtiéndolo, sin querer, en un desdichado bibliómano: “Es, pues, de saber que este sobredicho hidalgo, los ratos que estaba ocioso –que eran los más del año-, se daba a leer libros de caballerías, con tanta afición y gusto, que olvidó casi de todo punto el ejercicio de la caza y aun la administración de su hacienda; y llegó a tanto su curiosidad y desatino en esto que vendió muchas fanegas de tierra de sembradura para comprar libros de caballerías en que leer, y, así, llevó a su casa todos cuantos pudo haber de ellos;…”



Los libros de caballerías son obras marcadas por las aventuras, crónicas y grandes proezas, de los esforzados, famosos y valientes, ínclitos, fuertes y excelentes caballeros o príncipes. Hijos de reyes enamorados de su bellas y encumbradas doncellas, envueltas en amores furtivos, encantamientos y mil aventuras, situación que obliga al caballero protagonista a luchar contra todo tipo de enemigos para alcanzar la dicha junto a su amada. Los nombres de estos héroes fascinan, Palmerines, Lisuartes,, Floriseos y Lepolemos,. Al igual que el de sus anheladas doncellas Elisena, Leoronina, Galesinda, Alastraxerea, Helena o la hija del Rey Brimartes de Apolonia.



El origen de estas obras hunde sus raíces en la Edad Media y podemos encontrar un inicial apuntamiento en el libro del caballero Zifar, primer relato de ficción extenso que encontramos en la prosa española, escrito a principios del siglo XIV. Posteriormente e iniciando una larga secuencia de obras caballerescas aparece el Amadís de Gaula, primera edición en Zaragoza en 1508 y cuyo único ejemplar se conserva en Londres. Esta obra será la primera de una larga serie de ciclos o series de libros de caballerías como el ciclo de Belianís de Grecia, el de Clarián de Landanís, la Demanda del Santo Grial, el Espejo de caballerías, el caballero del Febo, el ciclo de Felixmagno, Florambel de Lucea , Florando de Inglaterra y Floriseo, Lepolemo, Morgante, Palmerines, Renaldos y Tristanes. Aunque no solamente se agruparon en ciclos, sino que hubieron obras de carácter individual, como Félix Magno, publicado por primera vez en Barcelona en 1531, en la imprenta de Carlos Amorós o la Historia del invencible caballero Don Olivante de Laura, Príncipe de Macedonia, que por sus admirables hazañas vino a ser Emperador de Constantinopla, impreso en Barcelona en 1564 por Claudi Bornat.

El último ejemplo lo encontramos en 1602, fecha en la cual con la publicación de “Historia famosa del Príncipe Don Policisne de Boecia, hijo y único heredero de los Reyes de Beocia Minandro y Grumedela, y de sus ilustres hechos y memorables hazañas y altas caballerías.” De Don Juan de Silva y Toledo, señor de Cañadahermosa, impreso en Valladolid por Juan Iñiguez de Lequerica 1602, se da fin a este género de la literatura, aunque no a las posteriores reediciones, pues aun se darían a la imprenta bien entrado el XVIII, como por ejemplo “La Cryselia de Lidaceli” Madrid, 1720.

Son libros hermosos, raros, la época en la que fueron impresos añade un valor añadido a su singularidad. La mayoría de las ediciones conservan sólo escasísimos ejemplares, y en condición original aun más raros, pues muchos de ellos se reencuadernaron en el XIX y se lavaron y recortaron, dejándolos cual niño de comunión, almidonado y engominado. Es decir perfectos pero con su esencia perdida, la esencia del libro original.

A mi personalmente me apasionan sus portadas, con xilografías que en la mayoría de las ocasiones casi abarcan la totalidad del folio. Acompañadas de hermosas capitulares y enormes tipos como el “Floriseo” de Impreso por Gumiel en Valencia, 1516, cuyo único ejemplar custodia la Biblioteca Nacional. Igualmente son ejemplo de señalados impresores del XVI, Gumiel, Cromberger, Portonaris, Juan de Junta, Juan Varela, Francisco del Canto, etc.



Nuestra literatura cuenta con más de sesenta títulos escritos, y no es el momento de hacer una relación de cada uno de ellos, así como de las diferentes ediciones con las que cuentan. Hacer una selección de alguna obra que sobresalga sobre las demás resulta complicado, pues depende del criterio de selección que utilicemos para ello. Tal vez Amadís de Gaula o el Tirant lo Blanch serían los más representativos por multitud de razones. Pero quiero reseñar dos por su rareza y circunstancias. Los dos son ejemplares muy raros y comparten portada con pequeñas variantes.

El Lidamor de Escocia, cuyo título completo es “Libro Primero del valiente e invencible caballero Lidamor, hijo del esforzado Rey Licimán de Escocia”.Su autor fue el maestre Juan de Córdoba, vecino de Salamanca, quien costeó la edición y, según dice la portada, lo dedicó al joven Duque de Alba Fernando Álvarez de Toledo. El libro no incluye prólogo, ni el texto de la dedicatoria. La calidad de la impresión es buena, aunque no está exenta de errores. Se divide en 68 capítulos. La obra se presenta como un extracto de una supuesta crónica caballeresca llamada Flor de aventuras, escrita originalmente en toscano por el maestro Nicomedes, médico y contemporáneo del protagonista. Fue impreso en Salamanca en 1534 y aunque en determinados repertorios –Gayangos, por ejemplo- dan noticia de una edición en 1539, da la impresión de que dicho apunte fue debido a un error y que tal edición no exista. Curiosamente, el único ejemplar conocido se halla en la Biblioteca Imperial de San Petersburgo (daría mil maravedíes por conocer las circunstancias que lo llevaron allí) lo que dificulta un poco su consulta. Aquí os dejo la ficha de la biblioteca:



RU\NLR\A2V16\11158

Córdoba, Juan de (16в.).

Libro primero del valeroso e invesible Cavallero Lidamor hijo del esforgado rey Liciman Deacocia, en el qual se tratã sus veturosas hasañas... / Nuevamete compuesto por maestre Joan de Cordova vesino de Salamanca. - [En Salamanca: Impressa a costa del Juan de Cordova, 1539]. - [1],CXII л.; 2°(29см).

Читат.пометы.

Владельч. запись: Sobolewskij.

В колофоне: Aqui se acabe la psente obra del muy valiente y esforgado Cavallero Lydamor de Escocia la qual fue cõpuesta por maestre Juan de Cordova, y fue impressa a su costa en la ... ciudad de Salmãca, y acabose la visperi de san Pedro de Janio, año de mil y quinientos V.XXXVIIII. ...

Л.II помеч. ошибочно: IIII. Тит.л. в грав. рамке, напеч. чер. и крас. краской. Текст напеч. в 2 стб. на обеих сторонах листа. Экз. с ил. на тит.л., раскраш. от руки, в пергам. пер. с завязками; деф.: поврежд. тит.л.


 


El ejemplar está falto y se ha perdido un interesante capítulo en el cual se describía como Lidamor fue ordenado caballero por su primo Animor el Hermoso. El libro tienes numerosos errores y la numeración de los capítulos está muy alterada. Existe un trabajo muy interesante sobre esta obra escrito por Jorge Francisco Saénz Carbonell, que es una guía de lectura de Lindamor de Escocia, editada por el Centro de Estudios Cervantinos en 1999.



El segundo libro al que quiero hacer referencia es el Philesbián de Candaria. Libro citado en el Quijote de Avellaneda, en el primer capítulo, donde se le elogia por la calidad de sus combates. Al igual que el Belianís de Grecia pertenece al grupo más tradicional de los libros de caballerías, donde el autor centra su atención en la descripción de los combates.

Pascual de Gayangos da la noticia de él y nos dice que el único ejemplar conocido se halla en la biblioteca del bibliófilo ingles Sir Thomas Phillipps y que, -al igual que el Lidamor- está falto de varias hojas y de el colofón.

El conocimiento y estudio de este libro se llevó a cabo gracias al hispanista y cervantista estadounidense Daniel Eisenberg, que a través de una rocambolesca historia siguió las vicisitudes del ejemplar descrito por Gayangos. Desde su ubicación en la biblioteca Phillipps, siguió sus ventas hasta dar con él en la biblioteca del bibliófilo bonaerense Oliverio Girando. Se intento fotografiar el ejemplar pero la cita con la viuda del bibliófilo se demoraba eternamente. Mientras tanto le llego la noticia de un segundo ejemplar que ofrecía la librería H.P.Kraus. No pudiendo pagar los 4.500 $ que pedía el librero, pudo sin embargo gracias a la amabilidad de este, hojear el ejemplar y tomar las notas necesarias para realizar su artículo “Búsqueda y hallazgo de Philesbián de Candaria”


 


El libro, impreso en Medina del Campo por Pedro de Castro en 1542 es un in-folio gótico a dos columnas de 46 líneas que consta de 119 + 3 fols. Encuadernado en pergamino de época.

Esta es la descripción que hace Gallardo en su obra “Ensayo de una biblioteca española de libros raros y curiosos”:


“Libro primero del muy noble y esforzado cauallero don Philesbian de Candaría : hijo del noble rey Don Felinis de Ungria e de la reyna Florisena, el qual libro cuenta todas las bacanas y aventuras que acabo el rey Felinis, su padre. MDXLII.

En el frontis dos caballeros rompiendo lanzas.

El único ejemplar conocido de este precioso libro se conserva en la biblioteca de Sir Tilomas Phillips en Middle-Hel, condado de Esscx, Inglaterra. Faltándole el colofón, y por consiguiente el pié de imprenta y nombre de impresor, no puede determinarse donde se imprimió, pero por la clase dé letra parece edición sevillana. Tampoco puedo decir, por no haberle visto ni Icido, si don Philesbian era descendiente de don Florisando de Candarla , pues á serlo es una rama más de los Amadises.”

7 comentarios:

Galderich dijo...

Los libros de caballerías son el enlace entre una Edad Media que estaba en decadencia y una Edad Moderna que empezaba a buscar otros horizontes.
Los dos casos que nos mencionas son muy atractivos visualmente y sólo nos queda lamentar su escasez de ejemplares para poder ser consultados sin tantas dificultades. Pero esto es la bibliofília!

Marco Fabrizio Ramírez Padilla dijo...

Lamberto.

Noticias tan originales sobre libros de caballerías siempre se convierten en un placer, sobre todo si se trata de dos ejemplares únicos.

El fuerte atractivo que ejercen los libros se debe a que deseamos creer que parte de ese espíritu ha perdurado hasta el presente.

"Dénos Dios ventura en armas, como al paladín Roldán; que en lo demás, teniendo a vuestra merced y a otros caballeros por señores, bien me sabré entender"

Así arengaba Cortés a sus soldados

Enorme enigma el destino final del ejemplar "Lidamor de Escocia"

Gracias por tan interesante noticia.

bibliotranstornado dijo...

Preciosas portadas, que me han recordado mi ingenuidad de hace unos años cuando se me ocurrió la feliz idea de buscar libros citados en el Quijote para mi colección.

Ahora me conformo con piezas menores.

Saludos biblio..etc.

lamberto palmart dijo...

Galderich, si un libro bello es escaso es doblemente bello. Los de caballerías tienen un cúmulo de circunstacias que los hacen especialmente sublimes.
En cuanto a su temática, una vez más estos libros demuestran que en todas las épocas el hombre ha necesitado de ídolos y heroes.

Marco Fabrizio, muy oportuna la cita de Cortés que demuestra la gran difusión que tuvieron estas historias incluso entre los que no sabían leer.
A mi también me gusta creer que el espíritu caballeresco no ha desaparecido. Y creo que siempre perdurará.

Bibliotranstornado, al escribir este artículo, también he soñado con tener un Amadís en mi biblioteca.

Saludos bibliófilos.

Diego Mallén dijo...

¡Que artículo tan erudito y profundo sobre el mundo apasionante de los libros de caballerías!

Bien raros, codiciados y perseguidos son los pocos ejemplares que de vez en cuando aparecen en comercio. Y da lo mismo que estén faltos, almidonados o de primera comunión.

Ya en el XIX los bibliófilos se volvían locos persiguiendo ejemplares. Muchos de ellos salieron de España. Gracias a ello aún hoy se conservan.

Citas uno de ellos al que tengo especial cariño: a don Policisne de Boecia...

¡Saludos bibliófilos!

lamberto palmart dijo...

Gracias Diego, me alegra que te haya gustado el artículo. Poseer un libro de caballerías es un privilegio de los que pocos bibliófilos pueden vanagloriarse, y como dices, da igual que estén lavados y planchados; es cierto. Precisamante la admiración que siento hacia estos libros ha sido la razón de este artículo. Y sobre todo el buen recuerdo de haber tenido entre mis manos alguno de estos tesoros del libro español.

¡Saludos bibliófilos!

Anónimo dijo...

Saludos. Aquí Jorge S áenz. Gracias por tu comentario sobre mi guía de "Lidamor", libro al que por motivos obvios le tengo mucho afecto.
vivaiturbide@yahoo.com